miércoles, 14 de agosto de 2013

La música es vida.

"Una canción llega más hondo que una bala y cuantas más voces dispara, más se acerca el grito al cielo" dijo algún poeta gaditano. Y qué razón lleva. Y es que, si no fuera por la música, la lista de los suicidados engordaría más de lo que nos podemos imaginar, y en esa lista estaría escrito el nombre de la persona que escribe este texto.

Una canción es el alma del que la escribe, el corazón del que la canta y la vida del que la toca. Bendita sea esa canción que entra por el oído de esa manera que en cinco segundos ya te ha encandilado. Bendito el cantante que hace que el vello se levante en décimas de segundos. Una canción es mucho más que tres o cinco minutos de música. Una canción es mucho más que eso.

Piensa en tu cantante o grupo preferido, ¿cuántas veces al día deseas ir a un concierto suyo o verle o hablarle? Piensa en tu canción preferida, ¿cuántas veces al día la escuchas? ¿Cuántas veces la habrás tarareado casi sin querer? La música no es que forme parte de nuestras vidas, sino que es nuestra vida. Al menos la mía.

Una canción de verdad entra por tus oídos, recorre tu piel poniéndotela de gallina y llega a tu corazón, lo conquista y te lo parte a trozos. Pero eso no lo hace cualquier canción, eso lo hace LA canción. Tu canción. La que compartes con tu pareja. Esa en la que estás pensando ahora mismo.

Ya sea David Guetta o Lady Gaga, Katy Perry o Rihanna, Madonna o Eminem. Ya sea dance, música electrónica, rap, rock, pop, pop-rock, flamenco, jazz, reggae, soul, country, gospell, un opening de un anime japonés, ópera, carnavales de Cádiz.... Toda la música en su plenitud, toda vale, toda es enorme, todos los estilos, todas y cada uno de las partículas que la componen.

Y cuando llega algún lumbreras y dice "lo que tú escuchas no es música", no debería tener la suerte de llevarse unos cascos a los oídos, porque no respeta que la música es universal y hay gustos para todos. El que no respete el gusto de los demás que luego no quiera que respetemos los suyos.



En definitiva, que Nach lo sabe explicar mejor que yo:




martes, 6 de agosto de 2013

Olvídate.

¿Cuántas veces te has visto en un aprieto entre el quiero y el no puedo? ¿Cuántas veces has suspirado por falta de libertad y por sobras de problemas? ¿Cuántas veces? Pues va siendo hora de que todo, tanto lo malo como lo bueno, lo olvides. Al menos por unos minutos. Te sentirás una persona libre y más decidida cuando acabes de leer este texto.

Olvídate de los odios, no llevan a nada bueno. Olvídate de la persona que te gusta y no te corresponde o de la persona que te haga sufrir, en definitiva, olvida los amores, no valen nada. Olvídate de los exámenes, aunque solo sea por un momento. Olvida los recuerdos de tu vida que tan solo rememorándolos te echas a llorar, no derrames lágrimas por nada ni nadie nunca más. Olvídate de tu mala suerte, desde hoy tu lema será "todo saldrá bien". Olvídate de que vives con más gente y echa a correr sin dirección, ve por la calle cantando a gritos tu canción preferida sin temor a que te escuchen. Olvídate de lo malo que se avecina, el futuro ya llegará y el pasado, ya pasó. Vive el presente que es lo único que te salva.

Llora solo cuando lo necesites y vayas a explotar, entonces ese llanto te reconfortará y te hará más fuerte. Ríe siempre que tengas la oportunidad, y si no la tienes, invéntatela. Corre mientras tus piernas te respondan, sin parar, canta mientras no se hunda tu voz, baila hasta que tus pies sangren. Vive la vida y olvídate de todo por un momento. Sé tú mismo, no la persona que quieren que seas. Olvídate de todos y cada uno de tus problemas. Olvídate de que existe el mundo. Olvídate de la palabra olvidar. Olvida, al fin y al cabo.