viernes, 27 de mayo de 2016

Desenmascárame.

Por suerte o por desgracia estás leyendo esto. Me temo que más bien por casualidad, pero el caso es, que al fin y al cabo aquí estás, frente a una pantalla leyendo un texto que bien podría estar escrito por el más inspirado Shakespeare o el más ordinario poligonero. Quizá con los mismos ideales que el Manifiesto Comunista de Karl Marx o el Mein Kampf de Hitler. Puede que piense que las mujeres son un objeto, un recipiente que guarda durante 9 meses al próximo heredero de mi apellido, o que piense que su libertad de la sociedad machista en la que vivimos, es lo primordial para subsistir todos entre iguales. Quizá, querido lector, piense que los homosexuales, bisexuales o transexuales, son unos enfermos que les mueve el vicio y rechazan lo natural, que es ser heterosexual, o que piense que el amor no entiende de sexos, géneros ni de nada. Podría también ser que pensara que las Iglesias son sagradas y salvan la vida de muchos necesitados, o directamente, que estarían mejor ardiendo. Esto es de las cosas más interesantes de la lectura, el lector no se presentará diciéndote sus ideales, sus pensamientos más profundos sobre las cosas esenciales de la vida. Las tendrás que ir descubriendo tú cuando él las vaya desvelando-si lo hace-, y eso, querido lector, es un tesoro que se va abriendo poco a poco hasta que el cofre se revela y encuentras todo el oro-ojalá- o, desgraciadamente, te encontrarás un baúl lleno de escombros mugrientos que apestan a polvo. Que aproveche.

1 comentario:

  1. Es realmente curiosa la incógnita del escritor para el lector. aun leyendo los escritos no podemos llevar a conocer a su creador, y menos aun si tal persona nos suelta estos regalos de pàrrafos, incrementado nuestra duda, haciendo ver las diferentes posibilidades de la mente creadora... sinceramente, nada mas que decir... chapó

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